Aniluap y Oiciruam (3)

A veces quisiera (extender las alas y) volar lejos de aqui.

La nieve pronto no solamente cubría las cabezas de Aniluap y Oiciruam, si no que cubrían todo el paramo en el que antes descansaban.

Aniluap logró desembarazarse del hielo y se sacudió el cuerpo azul y tembloroso de frío. De inmediato cayó de rodillas escarbando para lograr encontrar a Oiciruam, el cual parecía haber kedado inconsiente.
Ella se lo echo sobre la espalda y tuvo que llevarlo cargando sobre su espalda, con pasos arrastrados que dejaban huellas en la nieve caída de kien sabe donde, del cielo, bueno. Pero había caído tan repentinamente, pensaba Aniluap, que pareció como si ellos se trataran de pobres diminutas hormiguitas y un niño gigante malicioso hubiese tomado un cacho de nieve y se los hubiese lanzado encima... claro que las hormigas hubieran muerto bajo el hielo.

La chica se sacudió la cabeza como para zafarse de pensamientos estúpidos, y finalmente Oiciruam despertó; justo a tiempo ya que la otra comenzaba a tener dolor de espalda.

Caminaron juntos varios kilometros sin encontrar ningún tipo de manifestación de vida a los alrededores. El frío iba en aumento, como si la temperatura fuera descendiendo poco a poco.

Y pensar que tan solo hacia unas horas habían estado echados sobre la verde hierba y admirando el cielo azul...

Seguian sin encontrar a nadie ¿sería que la gente había muerto? ¿A dónde se habían ido todos?

Seguramente habían hecho un refugio general, decía Oiciruam a su hermana mientras caminaban con dificuldad sobre las gruesas capas de nieve, y por andar baboseando por ahí no nos hemos enterado.

Qué horrible... dijo Aniluap.

Poco a poco se fueron perdiendo a lo lejos en el horizonte blanco y plano, buscando algo con que cubrirse, con qué olvidar el hambre que comenzaba a akejarles.