domingo, julio 05, 2009

Lectura y escritura

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Se me pidió que escribiera reflexionando un poco acerca de la relación que existe entre la lectura y la escritura, y lo primero que me viene a la mente es la afirmación: "nadie puede escribir si no lee", y también pienso en el coincidir cronológico de mi inmersión a la lectura y el comienzo de mi hábito de escribir. Recuerdo que las historias que leía y que generaban en mí tantas emociones me inspiraban para escribir mis propias historias que me generaran las emociones que yo quisiera. En mí, esa es la relación lectura escritura.
El escribir es un arte muy complejo, diferente al de crear historias: uno puede tener una desbortante imaginación y una habilidad increíble para inventar cuentos maravillosos... pero poco le servirá para escribir algo de verdadera calidad si nunca ha leído. Porque además de la historia está la gramática, la ortografía, la variedad de palabras y expresiones escritas, las descripciones, los diálogos... Y todas esas cosas no se aprenden solamente prestando atención a la clase de español, sino leyendo también. La lectura es la práctica de la teoría en la materia de español. Uno aprende a escribir cuando lee, porque conoce las diferentes formas de expresarse y aumenta su vocabulario (al menos eso fue lo que ocurrió conmigo) y mientras más cosas diferentes lea, más variedad de maneras de escribir conocerá, pudiendo crear una propia y muy personal. Yo, me encuentro justamente en este proceso, en búsqueda de mi propio estilo al escribir, y lo haré leyendo (leer Experiencia como lectora).

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Acercamiento a la escritura

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Para empezar, me gustaría aclarar que yo me acerqué a la escritura mucho tiempo atrás, y es esta afición a escribir lo que me llevó a tomar la materia de Expresión y creación literaria.
Cuando estaba en sexto año, al mismo tiempo que comenzaba a leer historias juveniles, comencé a escribir mis propias historias con personajes inspirados en mis compañeros de escuela. Escribía sobre cosas que quería que les pasarán o que quería que me pasarán a mí. Claramente esas historias eran un desastre total, pero a mis amigos les gustaba leerlas.
Así continue hasta la secundaría, escribiendo y escribiendo, desahogando emociones, viviendo experiencias, refugiandome en mis fantasías, y todas las escribía, a veces escribía novelas de cientos de capitulos que me llenaban hasta tres libretas, y a veces escribía textos cortitos de media página.
En primero de secundaria entré a un concurso de cuentos con cinco textos y gané cuatro premios. Eso fue lo que me impulso a seguir escribiendo y desde entonces lo he hecho, alimentando el sueño de algún día publicar un libro.
De los tres cursos que he tomado relacionados con escritura, el primero fue decepcionante, el segundo fue al que más provecho le saqué ya que mejoré mi estilo al escribir e incluso lo hice más variado en los temás y formatos, pues también vi algo de guionismo y teatro. Luego en el tercer curso, la materia de Expresión y Creación Literaria, descubrí nuevas formas de escribir. Antes yo simplemente me sentaba y pensaba en algo, y luego lo escribía. En este curso descubrí la escritura automática entre otros, como el escribir un montón de palabras asociadas con un color y luego hacer un poema con esas palabras, o sacar fragmentos de diferentes poemas para crear uno nuevo. Basarme en cosas que otros han escrito para escribir algo distinto, etc.
Todo eso fue la aportación que me dejó el tomar esta materia en cuanto a la escritura, y me parece que fue algo muy valioso.

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Historia lectora

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Suelo decir que mi hábito de leer comenzó cuando yo estaba en sexto año de primaria.
Era un día normal de escuela y estabamos en el recreo; yo me senté con mis compañeras de clase en el lugar en el que acostumbrabamos a comer el lunch: en el pasillo frente a nuestro salón. En el grupo de niñas había una que en vez de comer, leía. Un rato después dejó el libro sobre su regazo y se incorporó a la conversación.
-¿Qué es eso?-le pregunté refiriendome al libro.
-Un libro.
-¿Puedo ver?
Extendió el brazo para darme el libro y yo lo tomé. Era un libro pequeño y verde, con hojas desgastadas por el uso (lo había tomado prestado de la biblioteca), y mientras lo hojeaba, descubrí que tenía dibujos de monstruos llamativos... para no hacer larga la historia: comencé a leerlo.
Se llamaba "Todos mis monstruos" y era toda una serie de libros, y con ellos comencé, terminaba uno e iba por el siguiente, hasta que se me acabaron y entonces empecé a leer los libros de alrededor en el estante, todos dirigidos a un público juvenil.
La verdad es que ahí no comenzó mi hábito lector, pero me gusta la anecdota. En realidad todo empezó desde que yo era muy pequeña, cuando iba a sesiones terapeúticas con otros niños y leíamos radio cuentos, con un cassette que nos acompañaba en la lectura de pequeños cuadernillos. Me gustaban las historias cortas, y empecé a revisar en la biblioteca de mi casa, la mayoría de los librillos eran cuentos con moraleja para prevenir el abuso sexual en los niños, fomentar la empatía, la tolerancia y otras cosas deseables.
Desde entonces me ha gustado leer.
El segundo boom que tuve en la lectura, después de "Todos mis monstruos" fue la serie de Harry Potter cuando estuve primero de secundaria, tal vez por eso es que soy más aficionada a la cultura Pop.
Después de eso, mencionar todos y cada uno de los libros que he leído sería dificil, pero lo intentaré con los que recuerdo:
Serie "Todos mis monstruos"
Serie "Harry Potter"
Serie "Flores en el ático"
Serie "Escalofrios"
Serie "LOs tres del misterio"
Serie "El club del misterio"
Serie "Narnia"
Serie "Crepusculo"
Serie "La calle del terror"
Oscar Wilde
Pearl S. Buck
Un mundo feliz
Retorno a un mundo feliz
Momo
El terror del sexto B
Agatha Christie
Asesinato en el expreso Oriente
In the dark of the Night
Dan Brown
Isabel Allende
Las buenas conciencias
Mujercitas
En lo bueno y en lo malo
Julio y Laura
La sombra del viento
Arimathea o la ciudad perfecta
Juego de Moda
La continuación
El principito
Por qué los hombres aman a las cabronas
Por qué los hombres se casan con las cabronas
AM / FM
Manual de la perfecta cabrona
Carlos Cuautemoc
Sean Covey
Todos los caldos de pollo para el alma de todos
Los tres mosqueteros
Veinte años después
Robison Crusoe
Preguntale a Alicia
¿Estás sola en casa?
RObin Hood
Y muchos otros...

Creo que sin duda la epoca en la que más libros leí fue en la secundaria. Recuerdo mucho en una ocasión en que yo leía en la clase de español y la maestra me pidió que pasará a hacer algo en la pizarra. Pero como yo andaba tan concentrada en mi lectura no sabía qué tenía que hacer, entonces mis compañeros me burlaron porque leía mucho. La maestra salió en mi defensa porque yo leía... aunque no estaba prestando atención a la clase. En esa epoca yo me sentía sola porque no tenía muchas amigas, tal vez por eso me refugiaba tanto en los libros, y a su vez en las historias que yo escribía. Posteriormente conocí a mis dos mejores amigas y en la preparatoria a mi novio, por lo cual poco a poco se fue reduciendo el tiempo que gastaba leyendo.
Espero poder recuperarlo.

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Experiencia como lectora

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Lo que pasó durante este semestre, en el que cursé la materia de Expresión y Creación Literaria, fue que me di cuenta de que no soy tan lectora como yo creía. Sin duda leo más que mucha gente, pero generalmente leo best sellers o libros de la corriente "Pop", la cual resulta ser bastante superficial, más que nada, refritos de ideas viejas que se renuevan una y otra vez porque venden mucho.
Cuando leo un Best seller leo mucho y terminó de leer el libro en uno, dos o tres días: rápidisimo. En cambio, cuando leo un libro poco popular pero de más sustancia, tardo mucho en leerlo (tengo como cinco libros a medio leer junto a mi cama), según yo no encuentro el tiempo para hacerlo, pero eso no es verdad, porque si encuentro el tiempo para terminar un best seller en tres días, ¿cómo no voy a tener tiempo para leer otra cosa? Lo que pasa es que me da flojera pensar.
Eso me hizo sentir que no soy muy diferente a la gente que no tiene la cultura de la lectura... lo cual me crea disonancia, porque solía considerarme una persona que leía mucho... pero veo que no.
Entonces, resumiendo un poco, aprendí que no se trata de leer por leer: leer lo primero que caía en mis manos, leer lo que haya en grande en el aparador de la librería, leer lo que todo mundo lee en el momento. Si voy a leer, debo leer BIEN: de todo, de libros caros populares hasta de libros refundidos en lo más profundo de las ofertas de las tiendas, de autores extranjeros y nacionales, de comedia, terror, amor, filosofía, policiacas... Hay demasiado de donde escoger como para limitarme a leer lo que todos leen. En el curso aprendí que existen muchos autores de los que nunca he oído hablar... porque me enfoco en unos pocos.
Es por eso que, de ahora en adelante, lo que me propongo hacer en relación a la lectura es abrir mis horizontes (jojo, que profundo suena) quiero comprometerme de una mejor forma para leer, terminar de leer los libros que tengo pendientes, aunque eso signifique reducir el tiempo destinado a la computadora (lo cual no sería tan malo después de todo), una vez que haya terminado de leer mis libros pendientes, comenzaré a leer los libros que tengo en la biblioteca de mi casa, libros viejos que mi papá leyó alguna vez (porque igual no se trata de gastar todo mi dinero en libros nuevos). Creo que sólo con esos libros tengo bastante para entretenerme durante un buen rato, y tal vez de vez en cuando me compre algún libro para relajar la mente... uno de lectura sencilla.

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viernes, junio 26, 2009

El ladrón

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.



Dicen que el primer beso nunca se olvida, aunque la mayoría de los primeros besos resultan ser de lo más decepcionantes. Además, un beso es sólo un beso... con todo lo que esto conlleva.

Que brinquen las chispas en todas direcciones y tengamos ese ansioso deseo de fundirnos en los labios de la otra persona es maravilloso, pero si lo buscamos en cada beso que se pone en nuestro camino nunca lo encontraremos. 'El beso' es el que nos encuentra a nosotros, cuando menos nos lo esperemos, con quien menos nos lo esperemos.

Mientras llega, tendremos que conformarnos con otro tipo de besos. Mi favorito son los besos robados, son los más divertidos, los que traen consigo más variedad de emociones: cuando se planea robar un beso, se alterarán los nervios a su máximo y no se puede estar quieto, es ese estado de extasis, de tensión que se vive cuando uno trata de ser paciente hasta que llegue el momento adecuado, y mientras "¡ahí voy!" y te inclinas hacía adelante, y de repente "¡Dios, no!" y te echas para atrás, arrepintiéndote de inmediato "¡contras! ¿y si ya no hay oportunidad?" y la otra persona ni en cuenta, hablando tan campante sin saber que en el interior de su interlocutor se desarrolla una batalla campal, se jalan hilos invisibles en todas direcciones y saltan los pensamientos "acercate más" "cierra los ojos" "lo único que necesito es un movimiento rápido".

Luego de un prolongado sufrimiento (no importa si fueron dos minutos o unas semanas, el
sufrimiento antes de robar un beso siempre es prolongado), llega el momento, o el instante deberia decir, esa diminuta fracción de segundo en la que los ojos del otro se desvían, y las cosas repentinamente se ven en cámara lenta, una luz divina ilumina la mente "es el momento" y se ataca: rápido, silencioso, sin dolor, con una retirada instantanea y un remolino de emociones girando a nuestro alrededor: triunfo, euforia, nerviosismo, temor, triunfo, euforia, temor, nerviosismo, euforia, temor...

El corazón se encoge en el momento de observar la reacción del otro (unos prefieren saltarse esta parte, levantarse de un brinco y salir corriendo), y no sólo el corazón, el cuerpo entero se encoge. Hay de dos: o la victima (después de salir de su sorpresa inicial) sonrie, rie y se sonroja, o mira con indignación, bufa, grita, golpea, reclama y se marcha. Esta última opción a menudo es dolorosa para el ladrón, pero les voy a decir algo que a lo mejor los tranquiliza: en el fondo (quiza muy en el fondo) a la victima siempre le va a gustar, porque además de una falta de respeto, siempre será el mejor de los halagos. Y después de pensarlo un momento, aparecerá un pequeño amago de sonrisa en la comisura de la boca, seguido de imágenes mentales repetitivas del momento "cero" que ayudan a materializar y eternizar en nuestra piel la sensación del contacto con la boca de la otra persona.

Es una experiencia única, y todos deberían haber robado por lo menos un beso en su vida, y todos deberían dejar que les roben un beso, por lo menos una vez en su vida.

El funeral de la niña

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Los viejos hablan con sus recuerdos,
y los niños con sus fantasías,
con todos sus sueños,
y cada una de sus pesadillas.

Es áquel chiquillo que con su lámpara
se comunica con las estrellas
moviendo de un lado a otro
la luz que se refleja en ellas.

Les cuenta en secreto una historia
sobre amor y mariposas,
donde hay corazones rotos,
entre muchas otras cosas.

Dice que ella le enseñó a sonreir,
a sonreir para enamorar,
pero no sólo aprendio del amor
sino que amando aprendió a odiar.

Ahora escribe sus pensamientos
para que se vuelvan imágenes.
Dice que aprendió a odiar,
para no tener que ir a los funerales.

Roecardio

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Es un animalito peludo de cuerpo alargado, como un hurón pero en miniatura, de color rosado y muy romántico, que vive enroscado al corazón con la cara pegada al pulmón. Este animalito tiene un mecanismo de respiración en el que toma una gran bocanada de aire que luego expulsa, conservando el oxigeno y no vuelve a respirar hasta que éste se le agote. Esto ocurre generalmente cuando el corazón late con fuerza robándole oxigeno, por eso la persona suspira mucho.
Entra al cuerpo colandose por la nariz de la persona cuando ésta respira profundamente por la noche durante un sueño de amor.

Jirafoca

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Animal de piel peluda y cafe con patas largas que le permiten correr a gran velocidad y cabeza chata. Vive en el bosque cerca de lagos, a los cuales se mete para alimentarse de peces. Aunque no puede nadar, sus piernas alargadas le permiten caminar por el fondo y mantener la cabeza fuera del agua. Su cola enroscada como la de un cerdo le sirve para atraer a los peces que suelen confundirla con un gusanito. Cuando están lo suficientemente cerca y tiene muchos peces alrededor, la jirafoca los toma por sorpresa con la boca.
Los enanos de los bosques suelen tender trampas con pescado fresco para atrapar a los cachorros y criarlos y entrenarlos. Los usan como montura para estar a la altura de los hombres en sus caballos durante las batallas.

Poema

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Tu cabello es la casa de la brisa
del color del otoño.
Lo veo bello
innumerable corazón del viento.

Para durar eternamente
dulcemente crepita en su abrasada llama
la reina hechicera
sobre una violeta.

Todo lo que mis manos tocan vuela.
Palabras que son árboles,
sobre ti esculpieron letras.

Los árboles no dan flores
sobre sus hombros de rosa reina.
Flor del viento
y mi boca se hace lengua.

"A esta hora" me dije
cuando despierta
estrella hiriente
que en el mar se refleja.

Si se vive enamorado,
la luz por la casa,
sus frutas de alegria,
ella es la causa de mi daño.

Creí besar una rosa
busco la llave de la claridad
almohada perdida entre mis sueños
¡una perdida estrella!

Palabra

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

La E de Esteban

Esteban tiene un no sé qué que a mí me gusta. Esteban es un lindo nombre, aunque yo nunca me hubiese dado cuenta. No conozco a muchos, pero conozco a uno, a Este, y no me refiero a éste, éste muchacho, si no a Este, de Esteban: Este, Esteban; así podríamos llamarlo: ¡Hola, Este! ¡Este, ven por favor! Este no quiere ir a la fiesta. También podríamos decirle Ban, pero no porque, aunque no se escribe igual, me suena a ellos van, ustedes van.
Creo que prefiero no decirle Este, como esta, estos; ni tampoco van, como ven o voy.
Esteban en inglés es Steven, pero no le pondría ese apodo porque le cambia la b y una a, además de que no tiene la primera e, y esa e es importante, es el comienzo del nombre, es la inicial, la abreviatura, el sonido que le da identidad: e, e, e. Palo, palo, palo... palo, palito, palo, e... e, e, e, palo, palito, palo, e. Como pueden ver, la e tiene ritmo.
Si yo fuera una floja, podría decirle sólo E, pero tampoco es el caso, porque así como Steban no es nada sin la E, la E no es nada sin Steban. Si yo lo llamara simplemente E, prácticamente le estaría cambiando el nombre, porque podría estarme refiriendo a cualquier nombre que empezara con E, y hay muchos nombres con E, como Edgar, Ernesto, Elías, Emmanuel, Emilio, Eugenio, Eustacio, Eliseo... Esopo, pero ninguno como Esteban.
Esteban es un santo, es San Esteban, y San rima con Esteban, porque ambos terminan en an. Esteban significa “el coronado de laurel, el victorioso”. Para mí es el que alcanza sus objetivos, el que no se detiene ante nada, el digno de imitarse... ¡el maestro! Pero no podría decirle “maestro”, porque un maestro es un hombre viejo y gruñón, medio ciego y que habla sin parar, y ese no es Esteban. Esteban es Este y van a aceptarlo, es ¡eh!, y han de entenderlo.
Esteban es Esteban, punto. No hay más.

Poema de color

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Error imperdonable

Mira que si me guiñas un ojo,
el tono del rostro aumenta,
el cuerpo se llena de energía
y como un tomate me sonrojo.

Eres astuto como un zorro,
sabes que me tienes en la bolsa,
que me ofreces una rosa
y seguro hacia ti corro.

¡Error imperdonable, ignorarme!
Doy el grito cual indio apache,
surge la guerra entre nosotros,
reina el dios Marte.

Por ese orgullo tuyo
la sangre corre como tinta,
gotea igual que jugo
de fresa o sandía partida.

Arde como si estuviera en fuego,
envuelvo la herida con un paliacate.
Mordería una manzana envenenada,
antes de decir “mi corazón por ti late”.

De tu potaje no vuelvo a comer.
Te crees el muy salsa, ya lo sé.
Por mí puedes irte al infierno,
el diablo contigo sabrá qué hacer.

jueves, junio 25, 2009

Escritura automática

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Entre actos lo vi, cuando prendieron la luz volteé, estaba detrás de mí, aplaudiendo y sonriendo con los ojos brillantes. Al instante me enamoré y quise hablar con él, me sentía destinada a conocerlo, así que lo llamé "disculpa, ¿me dices tú nobmre?". Él me miró con atención, como evaluandome. Aquel instante fue sagrado para mí, nuestro primer contacto. Nunca lo olvidaré. "Claro" dijo "soy Miguel, ¿y tú?". Vaya emoción, quise desmayarme, qué nombre más lindo. Pero, ¡Dios!, ahora debía decirle mi nombre, "me llamó Caracol" y sentí mi rostro enrojecer. Él se mostró sorprendido, y soltó una risa tan natural que no pude enojarme con él. "De acuerdo" dijo, "mi nombre real no es Miguel, es Cosmos". Oh, vaya, ahora entiendo, pero bueno, se agradece que haya sido sincero, aunque yo lo fui primero.
El resto de la noche él fue el centro de mi atención, ¿obra de teatro? No sé, no recuerdo, ¿de qué trataba? ¿Cuál era el nombre? "La guía de no se qué" o era "de la vida"? ¿La guía de la vida? ¿La vida de la guía? No tiene mucho sentido, pero ¿qué más da?
Cuando prendieron las luces volvimos a mirarnos, y sonreimos, salimos del teatro juntos, Caracol y Cosmo, Cosmo y Caracol.

domingo, marzo 22, 2009

Suspiro

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Julio Cortázar.

Es la lectura que debo preparar para leer en voz alta en mi clase de expresión literaria.

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