domingo, febrero 10, 2008

Guanajuato con todo el corazón

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.

La banca en Guanajuato

A veces sueño que regreso a ese lugar, ahí donde te conocí y entonces volvemos a ser los amigos de antes.
Otras veces sueño que regreso pero no te veo; así que camino sobre calles cubiertas de piedras hacía nuestra pequeña banca donde siempre esperas.
Pero cuando sueño que regreso para no encontrarte en aquélla banca, me pongo como loca y te busco por todos lados, por los callejones, en los balcones, en cada plaza y me pongo atenta a las leyendas que circulan por si a caso en alguna de ellas llegase a oír tu nombre.
“Dicen que esperó y esperó durante años pero ella nunca volvió...”
Esos sueños son los peores. Me despierto de golpe sintiendo una terrible culpa y angustia, añorando Guanajuato y aquellos años en que podía viajar a cada instante hasta ti.
Es por eso que un día decidí que ya era tiempo de darte un lugar. Dejé todo lo que tenía que hacer, no importa que fuera muy importante, me subí a un camión y viajé durante varias noches.
Hablé a tu casa y te dejé un mensaje en la contestadora para que nos viéramos en la plaza de las ranas a medio día, ahí donde las banderas ondulan hacía el cielo.
Es mi lugar favorito, porque no hay bancas vacías que me hagan llorar, y sí recuerdos de nosotros burlándonos de las ranas que copulan mientras caminamos juntos, recorriendo las calles y callejones empinados detrás de una estudiantina ruidosa durante la noche.
Te esperé muchas horas, desde que el sol estuvo en lo más alto del cielo hasta que mi sombra larguirucha contra el suelo fue desvaneciéndose al caer la noche.
Después de eso volví al hotel, en el que siempre me hospedo, para que pudieras encontrarme en caso de que no hubieras escuchado el mensaje a tiempo; pero seguí esperando en vano.
Finalmente llegó el momento en que tuve que volver a casa y resignarme a seguir soñando que visito Guanajuato, que no encuentro la banca y que me quedo parada en medio de la plaza de las ranas, preguntándome si aún me esperas sentado, o si te has levantado para no pensar más en mí.



1 comentario:

Serguei dijo...

Yo también extraño mucho Guanajuato. Toda mi infancia se quedó allá. A veces pienso que nunca debí irme, pero bueno, era solo un niño y definitivamente no estaba en mis manos.

Adorable
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