miércoles, febrero 06, 2008

2:30

Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.


Las dos y media

Otra vez tarde. Dos y media y aún no hay señales de que vayan a venir a buscarme. Creo que piensan que seis horas seguidas de estar en la escuela con este caluroso uniforme no es suficiente para mí.
Hay sol y mucha hambre, y mis amigas y yo tenemos que amontonarnos bajo un pequeño árbol a esperar, a veces hablando mucho, a veces en silencio. Lo peor de todo es cuando recogen a todas las demás y yo me quedo sola apoyada en la pared, y hasta veo que cierren la puerta de la escuela.
Lo único bueno es que es en esos momentos cuando puedo estar tranquila. Ya no hay clase, así que no tengo prisa por llegar a ningún lado; no tengo un escritorio donde sentarme, de forma que no puedo hacer la tarea, y es por eso que sólo puedo sentarme a mirar el otro lado de la calle, a escuchar lo que dicen o a contar alguna experiencia aterradora con el maestro de química.
Ahí me entero de las fiestas que habrá el fin de semana, de los nuevos chismes que surgen día con día, de las respuestas del examen y de otras tantas cosas que de las que no me enteraría si fueran a recogerme temprano.
Supongo que después de todo no es tan malo estar aquí hasta tan tarde, aunque el amontonamiento de gente me haga sudar de más y me haga perder media hora de siesta en casa.
¡Vaya! Por fin llegan por mí.
-¡Ya me voy!- grito con alegría y un dejo de victoria porque llegaron a buscarme antes de que me quedase totalmente sola. Me apresuro a mover a mis compañeras que están en el camino, recojo mi mochila del suelo y me levanto caminando hasta la calle.
Entonces el auto se acerca a mí, y con la misma, pasa de largo sin reducir la velocidad siquiera. Las risotadas de mis amigas se dejan oír a mis espaldas mientras siento que la sangre bulle en mi rostro caliente. La señora que iba manejando ni siquiera se parecía a mi mamá.
Avergonzada regreso a mi puesto inicial, dejo la mochila en el mismo lugar y me recargo en la pared, al tiempo que lanzo un largo y profundo suspiro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

son las amigas de anahi las de la foto???

Serguei dijo...

Jajaja... bueno, todos hacemos el oso alguna vez.

Saludos!

Adorable
Gráficos con escarcha


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