El funeral de la niña
Escribo para que la muerte no tenga la última palabra.
Los viejos hablan con sus recuerdos,
y los niños con sus fantasías,
con todos sus sueños,
y cada una de sus pesadillas.
Es áquel chiquillo que con su lámpara
se comunica con las estrellas
moviendo de un lado a otro
la luz que se refleja en ellas.
Les cuenta en secreto una historia
sobre amor y mariposas,
donde hay corazones rotos,
entre muchas otras cosas.
Dice que ella le enseñó a sonreir,
a sonreir para enamorar,
pero no sólo aprendio del amor
sino que amando aprendió a odiar.
Ahora escribe sus pensamientos
para que se vuelvan imágenes.
Dice que aprendió a odiar,
para no tener que ir a los funerales.
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